Atención mujeres: la edad en la que más infartos se producen y cómo prevenirlo

Las enfermedades cardiovasculares constituyen una de las principales amenazas para la salud de las mujeres. Sin embargo, el infarto agudo de miocardio, comúnmente conocido como ataque al corazón, ha sido históricamente subestimado en la población femenina. Reconocer los momentos de mayor riesgo y las estrategias más efectivas de prevención es fundamental para reducir la mortalidad y mejorar la calidad de vida de millones de mujeres. A continuación, se profundiza en la edad crítica para los infartos femeninos, los factores implicados, los síntomas particulares y las pautas preventivas.

¿A qué edad son más frecuentes los infartos en mujeres?

La edad en la que las mujeres son más propensas a sufrir un infarto suele situarse a partir de los 55 años. Esta franja etaria corresponde principalmente al período de la postmenopausia, donde intervienen no solo los factores de riesgo tradicionales, sino también cambios hormonales que afectan la salud cardiovascular. De acuerdo a estudios médicos, la edad media del primer infarto en mujeres ronda los 69-72 años, en comparación con los 61-65 años observados en varones, marcando una diferencia significativa relacionada principalmente con los efectos protectores de los estrógenos durante la etapa reproductiva femenina.

Sin embargo, los infartos en mujeres no se limitan solo a edades avanzadas. En las últimas décadas, se ha evidenciado un preocupante aumento en la incidencia de infartos en mujeres jóvenes (35-54 años), principalmente vinculado a una mayor prevalencia de factores como obesidad, hipertensión arterial, diabetes y sedentarismo. Esto subraya la importancia de la prevención y el control de la salud cardiovascular en todas las etapas de la vida femenina.

Factores de riesgo específicos en la salud femenina

La lista de factores de riesgo para el infarto femenino comparte muchas similitudes con la masculina, pero existen matices propios que deben ser considerados:

  • Hipertensión arterial y colesterol elevado: Altamente prevalentes tras la menopausia, ambos incrementan notablemente el riesgo de aterosclerosis e infarto.
  • Diabetes mellitus: Las mujeres con diabetes tienen un riesgo relativamente mayor de infarto comparado con sus pares masculinos.
  • Obesidad y síndrome metabólico: Dificultan el control de la presión arterial y el metabolismo lipídico, impactando negativamente en la salud cardiovascular.
  • Tabaquismo: Incrementa varias veces el riesgo, especialmente cuando se combina con anticonceptivos orales en mujeres jóvenes.
  • Antecedentes familiares de enfermedad cardíaca prematura: Indican predisposición genética.
  • Embarazo de alto riesgo: Trastornos graves durante la gestación como la preeclampsia o la diabetes gestacional predisponen a enfermedad cardiovascular posterior.
  • Depresión y ansiedad: Alteraciones emocionales frecuentes, sobre todo en la postmenopausia, tienen un impacto demostrado sobre el sistema cardiovascular.

Se estima que nueve de cada diez mujeres portan al menos un factor de riesgo cardiovascular, lo que pone en evidencia la necesidad de evaluaciones regulares y seguimiento con el equipo de salud.

Señales de alerta y síntomas de infarto en mujeres

El reconocimiento temprano de los síntomas es crucial, ya que el retraso en el diagnóstico y tratamiento agrava el pronóstico. En mujeres, los síntomas de infarto pueden presentar características atípicas o más leves respecto a los varones, por lo que frecuentemente pasan desapercibidos:

  • Dolor o presión en el pecho: No siempre es intenso; puede sentirse como ardor, punzada o simple incomodidad, y puede irradiarse a la espalda, cuello, mandíbula, brazos o abdomen.
  • Falta de aire: Puede darse sin dolor de pecho.
  • Náuseas, vómitos y molestias gástricas: Frecuente confusión con trastornos digestivos.
  • Mareos o sensación de desmayo.
  • Sudor frío o fatiga extrema: A veces el único síntoma.

Ante cualquiera de estos síntomas, la recomendación es acudir de inmediato a servicios de urgencia. El tiempo es clave para minimizar el daño cardíaco y salvar la vida.

Claves para la prevención del infarto en la mujer

La buena noticia es que hasta el 80% de los infartos e ictus en mujeres pueden prevenirse a través de una adecuada gestión de los factores de riesgo y la adopción de hábitos saludables. Las acciones más efectivas incluyen:

  • Revisión cardiovascular regular: Especialmente a partir de los 40-45 años, o antes en caso de historial familiar, problemas metabólicos o embarazo de alto riesgo.
  • Control médico de enfermedades: Si ya existe hipertensión arterial, diabetes o colesterol elevado, es fundamental seguir el tratamiento y realizar controles periódicos.
  • Abandono del tabaco: No hay cantidad “segura” de cigarrillos para el corazón.
  • Alimentación sana y equilibrada: Dietas ricas en frutas, verduras, legumbres, frutos secos, cereales integrales y reducción de azúcares y grasas saturadas.
  • Actividad física regular: Al menos 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico de intensidad moderada.
  • Manejo del estrés y apoyo emocional: Practicar técnicas de relajación, meditación o psicoterapia en caso necesario.
  • Mantener un peso saludable: Evitar el sobrepeso y la obesidad, factores estrechamente relacionados con infartos precoces.
  • Evitar el consumo excesivo de alcohol: Moderar al máximo la ingesta.

Tampoco se debe descuidar el impacto del equilibrio hormonal en la salud cardíaca. La transición de la menopausia implica un cambio profundo en la fisiología femenina, haciendo necesario ajustar el seguimiento médico y, en algunos casos, evaluar terapias específicas con el especialista.

Importancia de la educación y detección oportuna

Según expertos, una mujer sin síntomas aparentes y sin antecedentes familiares debería someterse a una evaluación cardiovascular integral a partir de los 40-45 años, adelantando el control si existen factores de riesgo adicionales. Esta evaluación suele incluir medición de presión arterial, perfil lipídico, glucosa y, en ocasiones, estudios complementarios como el electrocardiograma o pruebas de esfuerzo.

La información y la concienciación acerca del infarto en mujeres son vitales para reducir la elevada tasa actual de complicaciones y fallecimientos. Instruir a la población femenina sobre los síntomas propios y la importancia de buscar ayuda médica inmediata puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

Si bien los infartos aumentan notablemente después de la menopausia, su presencia en mujeres jóvenes subraya que la salud cardiovascular debe ser una prioridad en todas las edades. Los mejores resultados se logran mediante una combinación de prevención proactiva, seguimiento médico regular y hábitos de vida cardiosaludables. De esta forma, millones de mujeres pueden evitar o retrasar la aparición de eventos graves y disfrutar de una vida plena y activa.

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